lunes, 25 de septiembre de 2017

Liberación para los demás

En Libération se publicó esta entrevista a un jurista.



La estrategia de Madrid, políticamente destuctora


Aquí.



Y en tradu exprés...


Para Jean-Pierre Massias, catedrático de Derecho Público de la Universidad de Pau y de Adour, la ofensiva de Madrid para evitar la celebración del referéndum en Cataluña no es sorprendente. De hecho, existe una prohibición legal de secesión y una penalización de la expresión independentista que puede conducir a excesos autoritarios, nos explica el jurista, insistiendo en el necesario establecimiento de negociaciones en el proceso de independencia. También nos ilustra sobre este modo de consulta y los precedentes europeos.

¿Existen precedentes europeos recientes de territorios que se hayan independizado tras un referéndum?

Sí, Montenegro, que se hizo oficialmente independiente en 2006 después de un referéndum y, antes, los estados post-soviéticos. A menudo, estos eran referendos de validación. Por ejemplo, la independencia de Ucrania fue proclamada por primera vez por el Soviet Supremo antes de ser confirmada por referéndum en 1991. En Cataluña fue también el "Parlament" el que abrió el proceso de independencia.

La justicia española declaró inconstitucional el referéndum catalán. ¿Los referéndums de este tipo generalmente se rigen por la ley?

En el caso de los referendos poscoloniales, se considera que los referéndums de autodeterminación emanan del derecho de los pueblos a la libre determinación. Aquí, no estamos en este tipo de situación en el sentido literal del término. En general, los referéndums de independencia no están previstos por la ley y se organizan de manera diferente en los diferentes Estados. A menudo están prohibidos por la Constitución nacional, que prohíbe cualquier intento de separación. Excepto Etiopía, que establece explícitamente que ciertos territorios pueden separarse. Pero incluso si son contrarios a la Constitución, éste no es el problema: abandonar un país es un cambio de régimen político. Estamos más allá de la aplicación de la Constitución, porque precisamente se quiere salir de ella. Por ello se está desarrollando un derecho de secesión: la Constitución no dice que se puede salir, pero acepta la posibilidad de independencia e intenta organizarla. Esto es lo que Canadá ha hecho con Quebec. Es el tratamiento moderno y democrático de la cuestión de la independencia.

¿Qué tienen en común los territorios que reclaman la independencia y recurren a este modo de consulta?

Tienen una historia nacional particular y una identidad específica, ya que a veces se han unido posteriormente al estado central. Son territorios que quieren dar una dimensión política a su identidad. Finalmente, esta es exactamente la definición de nación. A menudo, y este es el caso de Cataluña o Nueva Caledonia, donde ya existe alguna forma de descentralización, una asamblea local, a veces obtenida, precisamente después de un referéndum.

¿Cuáles son las condiciones para que la convocatoria de un referéndum de este tipo sea considerada "admisible"?

La demanda de independencia debe ser democrática, es decir, sancionada por una votación, pero también pacífica e inequívoca. Es por eso que la pregunta a los votantes es a menudo muy clara y cerrada. La segunda condición es que el proceso debe ser negociado. No podemos unilateralmente declarar la independencia, debemos reflexionar sobre las modalidades de la separación. El trato democrático a la independencia requiere un compromiso. En 2014, por ejemplo, David Cameron negoció con el primer ministro escocés para establecer un proceso de independencia. El tercer criterio es el tiempo: la secesión no debe ocurrir demasiado rápido, se necesitan periodos de transición. No se pueden dar portazos de esa manera.

¿Cómo gestionan los países las veleidades de independencia de sus territorios?

Cada vez más, las democracias organizan pragmáticamente el hecho de que los territorios puedan pedir la independencia. Hay dos opciones: la conciliación o la represión. Si tratamos de oponernos a la independencia, como hace ahora España, acabamos poniendo en marcha un sistema que contradice la democracia. Por ejemplo, Turquía ha sido condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por su supuesta lucha contra el separatismo. Si hacemos de la indivisibilidad un elemento irrevocable, si nos cerramos en banda en la Constitución, corremos el riesgo de ir en contra de la democracia. No podemos tratar estas peticiones de independencia pacíficas como si tratásemos violentos movimientos separatistas,  y por ello el gobierno español está en un desfase.
La estrategia de Madrid es políticamente destructiva y contraproducente: los movimientos pro independencia se radicalizan y los independentistas ganan todas las elecciones desde el final del franquismo... lo que demuestra que la transición española no ha sido completa y que el caso de Cataluña debería haber sido solucionado cuando se acabó el franquismo.
Una de las posibles estrategias es darle más autonomía al territorio sin concederle la independencia. El Partido socialista en España hizo una propuesta para crear un sistema  federal, y esa podría ser la vía. LA vía del referéndum, a su vez, podría servir para obtener más competencias, más medios, sin necesariamente desembocar en la independencia".

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¿Propondría lo mismo el catedrático galo para Córcega o Alsacia o Bretaña?