domingo, 24 de abril de 2016

¿Llegar tarde a la historia?

Josep Ramoneda a vueltas con la soberanía de Cataluña mezclando sin ton ni son europeísmo de capa caída y soberanismo fuera de tono.
Aquí.

La frase clave:

"No se trata de negarle al soberanismo catalán un derecho que nadie niega al soberanismo español, por haber llegado tarde a la historia. Se debería explorar la manera de recomponer la ecuación clásica: pueblo soberano más ciudadanía igual a estado, más allá de la cuestión nacional".

El problema es que "más allá de la cuestión nacional" no hay nada. El páramo. La tierra baldía. Y para los que creen en la raza catalana: La Atlántida.

Ramoneda no quiere entender que el soberanismo español es la suma de los soberanismos de todos los españoles, catalanes incluidos. Y que Cataluña no ha perdido nunca el tren de la historia. Al contrario, siempre se ha subido en un vagón de primera de ésta.

El día que los independentistas catalanes propongan que cualquier español podrá votar la secesión y podría ser ciudadano de la República Catalana, como pasó con Checoslovaquia cuando la partición, al margen de dónde viva cada cual el día de la proclamación y con un plazo de un año para optar por una u otra nacionalidad y renunciando a la otra, ese día habrán dado el primer paso serio en pro de la independencia.

Pero eso paso no lo darán nunca, porque choca de plano con su premisa: la existencia de la raza catalana: una raza que no es biológica, claro,  sino pura adhesión al proyecto independentista para todo aquel que viva y trabaje en Cataluña, según la doctrina Pujol.
Esto en la forma; pero, en el fondo, es un esencialismo como la copa de un pino: la idea delirante de que siempre hubo un alma fantasmal catalana que habitaba esa región del noroeste peninsular. Lo cual no sólo da risa porque el sentirse catalán cuenta con poquísimos siglos de acervo, sino porque es desconocer la historia de una región en la que las inmigraciones han sido más abundantes que en ningún otro lugar cercano, y, por tanto, el catalán moderno es, mayoritariamente un inmigrante o hijo de inmigrante del resto de España, que vive en Cataluña.

Y ello sin contar con que Cataluña ha necesitado de la inmigración para prosperar como ninguna otra región de España. Tal vez eso es lo que, inconscientemente, les escuece a los independentistas: que se saben unos criollos.